Cada vez está más claro que don
Mariano Rajoy nombró a Soraya Sáenz de Santamaría como vicepresidenta del
gobierno solamente para que ésta pudiera demostrar, semana tras semana, que los
políticos también tienen sentido del humor. En la rueda de prensa de ayer, doña
Soraya volvió a hacer uso de su habitual simpatía para advertir a los catalanes
de que el creciente soberanismo que se detecta en Catalunya “aleja la inversión
extranjera”.
¿En serio doña Soraya? ¿De
verdad usted cree que el hecho de que la inversión extranjera se aleja de
España no tiene nada que ver con que los extranjeros se han dado cuenta de que
España es un país de pandereta? Ya la he escrito en otras ocasiones pero volvamos a hacer
la lista:
La primera institución del
estado, la corona, es la mofa del mundo, con un rey que se va a cazar costosos
elefantes con una misteriosa señorita alemana mientras su pueblo se hunde en la
miseria y con un yerno imputado por estafas millonarias.
El presidente del tribunal
supremo es obligado a dimitir por haber malgastado dinero público en
excursiones románticas de fin de semana con el encargado de su seguridad. Es
más, a diferencia de lo que hubiera pasada con cualquier empleado de cualquier
empresa que es expulsado de su cargo por malversación de fondos, el señor
letrado cobró unos 200.000 euros de indemnización provenientes del erario
público.
El juez más mediático y famoso
del mundo, expulsado de la audiencia nacional por haber sido probado que espió
a un acusado y violó la relación de secreto entre abogado y cliente, relación
que es sagrada en toda democracia que se precie.
Los partidos políticos violan
sistemáticamente todas sus promesas electorales. Los partidos que ahora mandan
hacen lo contrario de lo que decían cuando estaban en la oposición y los
partidos que ahora están en la oposición critican al gobierno por hacer lo que
ellos mismos hacían cuando mandaban. Entre unos y otros, están dejando a los
ciudadanos una sensación de que sus votos no sirven para nada y una
desconfianza en la clase política de consecuencias impredecibles.
Sin abandonar la esfera
política, en toda la prensa internacional aparecen imágenes de estaciones de
AVE vacías, aeropuertos sin aviones, ciudades fantasma e infraestructuras sobre
las que los alemanes sueñan cada día y no sólo porque son las infraestructuras
que les gustaría tener sino porqué ya ven venir la factura que tendrán que
pagar por toda la corrupción que ha generado tanto dispendio. Por cierto,
señora vicepresidenta, en el momento de escribir esta nota me encuentro de
viaje por el centro de Europa y cada vez que algún político, banquero o
economista me habla de España, salen a la conversación los reportajes que han
visto en sus televisiones sobre el aeropuerto de Castellón, un monumento a la
incompetencia, la desfachatez y el caciquismo de Carlos Fabra, Presidente de la
Diputación del Partido Popular de Valencia, padre de la tristemente famosa
diputada del Partido Popular, Andrea “que-se-jodan” Fabra. Que se sepa, ni
padre ni hija tienen ninguna relación conocida con los soberanismos vasco o
catalán.
Al descrédito de España también
han contribuido las élites empresariales lideradas por el banquero más famoso e
internacional del país, don Emilio Botín, a quien se le descubrió una fortuna
de 2.000 millones de euros escondida en un paraíso fiscal o uno de sus subordinados,
convenientemente indultado una vez los tribunales emitieron sentencia de
culpabilidad. Hablando de empresarios, muchos de los empresarios de la
construcción que en su día se vanagloriaban de haber conseguido entrar en la
lista Forbes de billonarios, no han conseguido evitar que sus empresas se
arruinaran y que ahora se paseen por el mundo implorando que alguien les compre
sus empresas a precio de saldo. Ha quedado demostrado que sus otrora
milagrosos éxitos empresariales no eran más que el fruto de la especulación
inmobiliaria, el amiguismo político y el pelotazo como medio de ganar dinero
para los más espabilados. Ese no es precisamente un modelo económico y
empresarial al que los inversores internacionales se sientan especialmente en
la actualidad.
Tampoco hay que olvidar la
nefasta labor de las entidades supervisoras a la cabeza de las cuales se
encuentra el Banco de España, una entidad que ha agravado significativamente la
crisis con su absurda política de fusiones bancarias que ha acabado por
contaminar a los bancos y cajas sanos con toda la porquería de los bancos y
cajas quebrados. El Banco supervisor también es quien hizo los stress tests que
dieron la nota de aprobado a Bankia, ese engendro financiero insolvente cuya
salida a bolsa bajo la supervisión de la Comisión Nacional del Mercado de
Valores acabó con los ahorros de miles de ciudadanos españoles.
Y dejo para el final al gobierno
del Partido Popular, que pensó arrogantemente que sólo por el simple hecho de
ser del PP, apaciguaría a los mercados internacionales a pesar de que el PP
gobernaba la Comunidad Valenciana cuando tuvieron lugar todos aquellos
escándalos de corrupción y dilapidación estratosférica de dinero público (y eso
lo sabían todos los inversores internacionales). El gobierno del PP, que
pospuso durante meses la presentación de los presupuestos más importantes de la
historia con el burdo objetivo de ganar las elecciones andaluzas a pesar que
ese retraso estaba hundiendo la economía del país. Ese gobierno que tras explicar
que las subidas del IRPF eran contraproducentes, acabó poniendo unas de las
tasas más altas de Europa y tras explicar que los aumentos del IVA iban a
agravar la recesión, acabó subiéndolos hasta extremos nunca vistos en España.
Ese gobierno cuyo ministro de hacienda siempre encuentra la manera de exculpar
sus acciones y sus engaños y de dar la culpa de todo a los demás, desde los
extranjeros hasta las autonomías pasando por los evasores de impuestos, los
mercados financieros y esos hombres de negro que nunca iban a venir a España
pero que ya están llamando a la puerta.
Ese gobierno que se ha
convertido en la única empresa de España que crea ocupación aunque sólo sea
para colocar a militantes del PP, familiares y amigos entre los que se
encuentra... ¡el señor marido de la señora vicepresidenta doña Soraya Sáenz de
Santamaría!
Esto, todo esto, y no los
soberanismos catalán y vasco, es lo que hace que España haya perdido toda su
credibilidad internacional y haya ahuyentado la inversión extranjera, doña
Soraya. Es más, el descrédito constante de todas y cada una de las
instituciones españolas, desde el Rey hasta le CNMV pasando por el gobierno,
los partidos, los jueces, las entidades reguladoras y los empresarios (a lo que
podríamos añadir, como guinda de última hora que confirma el sainete en el que
se ha convertido este país, al presidente del comité paralímpico animando a los
atletas a defender "La Roja Coja"), este descrédito general de todas
las instituciones de España, repito, no sólo hace que los inversores vean que
España no es un país de fiar a la hora de invertir su dinero sino que, además,
está haciendo que el sentimiento antiespañol esté cada vez más arraigado en
algunas comunidades. Al fin y al cabo, usted tiene que entender que la gente
quiera desmarcarse de todo esta monumental vergüenza internacional y tenga
ganas de largarse ante este desolador panorama. El sentimiento soberanista,
pues, no remitirá hasta que ustedes arreglen su propia casa.
El descrédito de España no es
culpa del soberanismo. Es culpa de ustedes. Y el soberanismo... también.
It’s up to you.
http://salaimartin.com Xavier sala i Martín 2012-08-25